Manifiesto #NoAlApagón
Somos personas como tú, normales y corrientes, envueltas en nuestro día a día y sin ganas de que nos den problemas. Personas que, como no puede ser de otra forma, necesitamos electricidad para iluminar nuestros hogares, calentarnos, trabajar, cocinar, jugar… para vivir.
Hasta ahora hemos podido acceder a esa electricidad sin restricciones, casi dándola por hecho, aunque últimamente a un precio mayor del que nos gustaría. Pero ahora eso puede cambiar, ya que el Gobierno de España está preparando una reforma que generará cortes de suministro y apagones, que va a acabar con esa seguridad con la que contamos desde hace más de 25 años.
Una reforma para pasar de un mercado marginalista, regido por la oferta y la demanda, a un mercado intervenido, regido por los precios que fije el Gobierno de turno para cada fuente de generación. Una reforma que haría que los generadores de energía dejasen de competir entre ellos, al tener una retribución fija, y que nadie invirtiera para cubrir los picos de demanda, por lo que se generarían cortes de suministro y apagones.
Una mala reforma, contra la que nos levantamos, por las siguientes razones:
- El sistema intervenido no garantiza el suministro. Cambiar de sistema es asumir que habrá apagones. Y esto es un precio que no estamos dispuestos/as a pagar. Que se nos eche a perder la comida del frigorífico, que la fábrica tenga que cerrar unos días o que caminemos con miedo por calles oscuras simplemente NO es una opción.
- Intervenir los precios es un paso atrás, una medida que recuerda a otras épocas y a otros países. Y que ya sabemos cómo termina: con huida de empresas y desabastecimiento que, en el caso de la electricidad, significa cortes de suministro.
- España pierde su gran oportunidad. En el actual sistema marginalista la energía que primero se vende es la que producen las fuentes renovables, por lo que España puede liderar el mercado y convertirse en el gran exportador de energía de la Unión Europea, gracias a la fotovoltaica y la eólica. Por el contrario, con el sistema intervenido cada fuente de producción tiene sus precios fijos, por lo que Francia será el líder exportando la energía de sus más de 50 centrales nucleares.
- Se aceleraría el cambio climático. Con el actual sistema marginalista las empresas invierten ingentes cantidades de dinero en fuentes de energía renovable, porque siempre es la primera en venderse. Con el sistema intervenido dejarían de hacerlo y pasarían a aumentar la generación con combustibles fósiles, que no requieren nuevas inversiones y que, al fin y al cabo, venderían con precios fijos. La reforma sería, por tanto, un frenazo a la transición energética.
- Queremos más Europa, no menos. Con la reforma se acabaría el mercado único y volveríamos a los 27 mercados, cada uno dependiente de los precios que decida fijar el gobierno de turno. Esto, otra vez, significaría un paso atrás.
- El problema de hoy será el problema de siempre. Lo que ha disparado los precios de la electricidad ha sido los precios del gas. Con el sistema actual, cuando tengamos suficiente energía de renovables y nucleares, aquella que se produce con gas no podría venderse y, por tanto, su precio no afectaría al de la electricidad. Sin embargo, con el sistema intervenido, el gas tendrá su precio fijo y siempre seguirá afectando al precio de la electricidad. Para tratar de mitigar el problema de hoy, nos estaríamos creando un problema de por vida.
- De la tarifa regulada que causó el problema al sistema regulado que perpetúa el problema. Los que han sufrido la burbuja del gas en su factura de la luz han sido los consumidores de la tarifa regulada, que cambiaba día a día según los precios del gas. Frente a ellos, los consumidores del mercado libre tenían precios fijados por contrato y multitud de tarifas entre las que elegir. Lo normal es ir a lo segundo, no ahondar en lo primero.
No a la reforma del Gobierno. No al mercado intervenido. #NoAlApagón.
Una respuesta
Ya basta de abusos al consumidor